miércoles, 21 de julio de 2010

Durante un tiempo nos dieron por muertos o, peor aún, por desertores de la hombría de buscar una voz propia en medio del sobrecogedor decoro que encabestra cada paso.

La Policía del Correcto Pensamiento equiparó nuestra irrupción a los cuatro gritos descerebrados que preceden una manifestación que acaba en un mar de arcadas.

-Ni siquiera ha hecho falta disuadirlos; ellos solos se han quedado sin palabras- afirmaban, pasado ya el temblor de piernas, las glebas culturetas en tertulias literarias.


Está bien...


¿A quién le importa?


No hace falta que nos consideren.


Nos mantenemos en pie, inaugurando este bastión ‘culturetarra’ desde donde lanzamos dardos sin importarnos si encuentran o no una diana, pues nuestro único enemigo, ya ven, es la atmósfera que respiramos… cada vez que un Poli exhala.