CERTAMEN PANHISPÁNICO DE RELATO BREVE

viernes, 11 de febrero de 2011

La Asociación Juvenil Letra Turbia convoca el

I CERTAMEN PANHISPÁNICO
 DE RELATO BREVE 
LETRA TURBIA


Con arreglo a las siguientes Bases:



1. Podrán optar a dicho Premio los trabajos originales e inéditos escritos en lengua española que no hayan sido premiados anteriormente en ningún otro concurso ni estén sujetos a compromiso alguno de edición. Si el autor/a presenta la obra simultáneamente a otro concurso, en caso de obtener un premio, deberá notificarlo con urgencia a esta organización para proceder a la retirada de los ejemplares. En todo caso, una obra que haya resultado previamente premiada quedará automáticamente descalificada. El autor responde de la autoría y originalidad de la obra presentada al Premio, así como de no ser copia ni modificación de obra ajena.


2. Los trabajos tendrán una extensión mínima de 1000 palabras y máxima de 2500 palabras, presentados en formato digital (.doc, .pdf), tipo de letra “Times New Roman” a 12 puntos, interlineado sencillo. Únicamente se admitirá un relato por participante.


3. El tema será libre.


4.Las obras participantes deberán enviarse por correo electrónico a concursoletraturbia@gmail.com como documento adjunto, señalando en el asunto “CONCURSO DE RELATO LETRA TURBIA”. Para garantizar el anonimato de los participantes no será necesario incluir dato alguno en el cuerpo del mensaje. Por la misma razón recordamos que el único modo que la Asociación tendrá de contactar con los ganadores será mediante la misma dirección de correo electrónico desde la que hayan remitido sus trabajos.


5. La Asociación se pondrá en contacto con los ganadores mediante el correo electrónico desde el que se enviaron los trabajos.


6. Se establece un primer premio de 300€, un segundo premio de 150€ y un tercer premio de 100€. Los premios están sujetos a la legislación fiscal vigente, realizándose sobre dicha cantidad las retenciones legales establecidas.


7. Adicionalmente, además de los relatos ganadores, se publicará una selección de obras destacadas en la “Antología Letra Turbia 2011”.


8. Los premios podrán ser declarados desiertos, si así lo estima el jurado.


9. La fecha límite de recepción es el día 1 de abril de 2011. El fallo del jurado se hará público en el blog de la Asociación Juvenil Letra Turbia (http://letraturbia.blogspot.com) el día 1 de mayo de 2011. La asociación se pondrá en contacto por correo electrónico con los ganadores para celebrar la entrega de premios en el bar La Tertulia (C/Pintor López  de Mezquita n.3, Granada) siempre que residan en Granada.


10. La participación en este concurso implica la total aceptación de estas bases y del fallo del jurado, que será inapelable.


INFRAMUROS: La leyenda del gaucho flamenco

Muchos años después, desde la ventana de un segundo piso de Entrevías, Juan Antonio Jiménez Muñoz recordaría aquella tarde en que los hermanos González Gabarre le ofrecieron 2.000 pesetas por tocar los bongos en una sala de Vigo. Tenía entonces 20 años, la rumba resultaba todavía un proyecto musical y Los Chichos ni siquiera concebían la remota posibilidad de grabar un disco.
Era un tren camino de Galicia y Jeros -antes Juan Antonio Jiménez- no dudó en revelar sus composiciones a Emilio y a Julio, iniciando así una sociedad que duró lo que los 70 y los 80 tardaron en encumbrar a Los Chichos como patriarcas de la rumba. La suya era una nueva fórmula musical, una rumba gitana de venas flamencas y oído de pop que no tardó en adueñarse de la amalgama de ambientes más inverosímil que se recordaba antes de que Fito cambiara el Don Simón por la Coca-cola.
Las mejores salas del momento, las parrandas entre amigos y hasta las verbenas de los pueblos se llenaron entonces de sus canciones. La epidemia se extendió tanto que resultaba imposible no oír sus casetes resonando a todas horas, en los altavoces de los coches, desparramándose por las discotecas, las barracas de las ferias, los billares y las tiendas de las gasolineras. Así que cuando los llamaron para ser entrevistados en Televisión Española no fue ninguna sorpresa.
En el rodaje de un programa de la temporada de 1990 de El Precio Justo, al dar paso a un concursante gitano Joaquín Prat revivió involuntariamente el encuentro que había mantenido con Los Chichos diez años atrás. Por una de esas malas pasadas que desde niño le jugaba la memoria, no era capaz de recordar el tema que habían interpretado -Mami, en un sonrojante playback- y sólo podía evocar la falta de tacto que había tenido en una de sus preguntas y que ese día de rodaje lo obligó a recomponerse para salvar el temido ‘corten’.
Por lo demás, aquella entrevista fue más bien una charla breve, apenas una apresurada presentación de aquellos tres tipos elegantes -dentro de la elegancia que permitían los 80- que acababan de estrenar su séptimo disco (Amor de compra y venta) y que ya empezaban a deslumbrar. Escoltado por los hermanos, con su bigote de arco de medio punto rebajado, Jeros no escondía su afición por las incipientes diversiones que terminarían por arruinarle.
-Soy una persona abierta -decía-, que me va un poquito la marcha-. Ya entonces era fácil descubrir quién llevaba la voz cantante dentro y fuera del escenario.
Jeros -hoy el del medio de Los Chichos- nació en Valladolid un jueves de 1951. Cuando compuso el tema principal del largometraje Yo, el Vaquilla, muchos aventuraron que el comienzo de aquella canción era también el de su vida; y es que, como el protagonista, Jeros nació libre, libre como el viento, libre como las estrellas, libre como el pensamiento.
Desde Vigo hasta que el hijo de Emilio (‘Junior’) ocupó su lugar en el grupo, fue el principal compositor de los 15 discos que compartieron (Ni más ni menos, Son ilusiones, Amor y ruleta y Ojos negros, entre otros). Huérfano de padre, este lazarillo de melena castiza adquirió pronto su fama de relator. Hay quien se lo imaginó como uno de aquellos gauchos de los que le había hablado el bisabuelo que vino de Argentina.
A caballo entre el canto y el cuento, su leyenda empezó a crecer cuando escribía temas para Las Grecas. Cantaba y contaba alabanzas maternas tan exaltadas que hacían sospechar de la naturaleza gitana de Edipo; robos y reyertas que parecían sacadas de los gitanos de Lorca; penurias de presidio con sed de libertad; ficciones de amor, celos y desengaño; lágrimas de decepciones envueltas en papel de plata. Sin embargo, no faltaban los que anteponían su voz a la letra, embaucados por una garganta que vibraba con el temblor de los buenos flamencos.
Cuando en 1990 dieron el concierto en la sala Jácara, la separación de Los Chichos era cuestión de tiempo. Es la última imagen de los tres juntos: Jeros con un traje dorado, secundado por dos esmóquines y un batallón de cuerda, viento y percusión.
El gaucho flamenco siguió su carrera en solitario con dos discos de confesionario: Tembló pero no calló (1990) y Agua y veneno (1992). El primero incluía Por mi culpa, una canción de las de entregarse al enemigo a lágrima viva, de rendición sin condiciones, de laberinto sin minotauro, de trayecto suicida con la certeza de no poder corregir el rumbo: “estoy corrompido, lleno de alcohol y de droga, de mujeres prostitutas (…) Estamos vendiendo el alma, pero cuando te das cuenta quieres volver a tu casa y el diablo no te deja (…) Por mi culpa, cuánto daño he causado (…) merezco la muerte. Por mi culpa, Señor, por mi culpa”.
Tres años después de publicar su último disco, Jeros miró a los ojos a ese 22 de octubre. Lo había estado esperando a la vuelta de cada resaca, pero en cuanto asomó supo que era él. Lo miró cuerpo a cuerpo, fijamente, igual que lo había estado intuyendo en la distancia desde hacía meses. Entonces intentó divisar el futuro y lo único que encontró fueron los salvavidas vacíos de la religión y la fama. Después miró al pasado y se vio a sí mismo con 20 años, aceptando dos mil pesetas por una vida de ilusiones y rosas marchitas.


EXTRAMUROS: Momento Novembrino. Miguel Labordeta

martes, 1 de febrero de 2011






Largos versos escribo con mi pluma de ave.
Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.

No estoy triste ni alegre. Más bien un poco turbio,
un poco espada, un mucho vagabundo magnífico
profano de caricias.

Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.

Todo se ha vuelto claro. Nada tiene importancia.
Mi apellido no existe, pues todo fue quimera,
y mi nombre marchitó los espejos dentro de cinco siglos.
Cada espectro de Luna
me voy muriendo un beso.
Cada gota de sol
surjo un instante de oro
de mi pus y mi sueño.
Rasgo todas mis máscaras con un signo de paz.
No quiero ya más templos donde roben mi vuelo,
sino intemperie pura que incendie mi caída.
No más engaños ya. Toda verdad es vana,
casi mentira sólo.
Tienen todos los labios un cárdeno regusto
a planeta perdido sin importarle cómo.

Miradme. Estoy sin amo. Como un perro sarnoso.
Mi astrónomo amigo ha huido.
No acudió a la cita de la cena.
Se enamoró del Polo de los Cielos.
Tuvo suerte en su lid.
Berlingtonia- Madre-Galaxia- Novia
le reclamo habitante del mar de las esferas
sin carta de llamada ni pasaporte fijo.

En la mágica caverna del cinema
cojo a mi amor la tierna mano fría :
Eres mi dulce odio, emboscada de instinto
hecho con látigo de hechizo tililante.
Mis lascivos propósitos riñe mi niña buena:
¿Por qué no acudes a misa de una y media,
sosito mío...?
¿Por qué no trabajas
como cualquier hombre decente
y ganas un sueldo honorable
con seguro de vida y una vejez tranquila?
¿Por qué escribes suciedades
que además nadie compra
si la vida es bonita
,y hay meriendas tan ricas
donde se baila el vals?

Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.

Fabrico espantapájaros. Al estío le sucede el otoño.
Doy clases de Historia a cretinos simpáticos.
Cada curso tengo un bolsillo menos y una calva más amplia.
A veces oigo música anónima y lloro como un tonto.
Ciertas tardes de fiesta me encierro con mi pena allá dentro.

Pero también acudo los domingos
a los campos de fútbol o a las plazas de toros,
y vislumbro en lo alto de las torres de anuncios
a la pálida doncella inexorable
sonriendo con su puñal de nube
a la ululante muchedumbre
de energúmenos en flor,
¡espléndida cosecha de calaveras para el año 2000!

Ha llegado un telegrama de cementerio-Aries :
«Sin hora liquidada. Astrónomo amigo
paso sin novedad toda orilla celeste. (Stop.)»

Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.
Con mi pluma de ave escribo largos versos.

De "Punto y aparte"
Editorial Ciencia nueva 1967


 

EXTRAMUROS: Momento Novembrino. Miguel Labordeta


Largos versos escribo con mi pluma de ave.
Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.

No estoy triste ni alegre. Más bien un poco turbio,
un poco espada, un mucho vagabundo magnífico
profano de caricias.

Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.

Todo se ha vuelto claro. Nada tiene importancia.
Mi apellido no existe, pues todo fue quimera,
y mi nombre marchitó los espejos dentro de cinco siglos.
Cada espectro de Luna
me voy muriendo un beso.
Cada gota de sol
surjo un instante de oro
de mi pus y mi sueño.
Rasgo todas mis máscaras con un signo de paz.
No quiero ya más templos donde roben mi vuelo,
sino intemperie pura que incendie mi caída.
No más engaños ya. Toda verdad es vana,
casi mentira sólo.
Tienen todos los labios un cárdeno regusto
a planeta perdido sin importarle cómo.

Miradme. Estoy sin amo. Como un perro sarnoso.
Mi astrónomo amigo ha huido.
No acudió a la cita de la cena.
Se enamoró del Polo de los Cielos.
Tuvo suerte en su lid.
Berlingtonia- Madre-Galaxia- Novia
le reclamo habitante del mar de las esferas
sin carta de llamada ni pasaporte fijo.

En la mágica caverna del cinema
cojo a mi amor la tierna mano fría :
Eres mi dulce odio, emboscada de instinto
hecho con látigo de hechizo tililante.
Mis lascivos propósitos riñe mi niña buena:
¿Por qué no acudes a misa de una y media,
sosito mío...?
¿Por qué no trabajas
como cualquier hombre decente
y ganas un sueldo honorable
con seguro de vida y una vejez tranquila?
¿Por qué escribes suciedades
que además nadie compra
si la vida es bonita
,y hay meriendas tan ricas
donde se baila el vals?

Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.

Fabrico espantapájaros. Al estío le sucede el otoño.
Doy clases de Historia a cretinos simpáticos.
Cada curso tengo un bolsillo menos y una calva más amplia.
A veces oigo música anónima y lloro como un tonto.
Ciertas tardes de fiesta me encierro con mi pena allá dentro.

Pero también acudo los domingos
a los campos de fútbol o a las plazas de toros,
y vislumbro en lo alto de las torres de anuncios
a la pálida doncella inexorable
sonriendo con su puñal de nube
a la ululante muchedumbre
de energúmenos en flor,
¡espléndida cosecha de calaveras para el año 2000!

Ha llegado un telegrama de cementerio-Aries :
«Sin hora liquidada. Astrónomo amigo
paso sin novedad toda orilla celeste. (Stop.)»

Llueve en la lejanía. Dieron las once en punto
en la vieja oficina.
En la esquina de enfrente llora un recién nacido.
Con mi pluma de ave escribo largos versos.

De "Punto y aparte" (pag. 90)
Editorial Ciencia nueva 1967